La idea parte por el gran entusiasmo que produjeron las semillas de los girasoles, y aprovechando estas ganas de descubrir y experimentar que tienen nuestros niños, se me ocurrió que podríamos probar con un huevo. La verdad es que, Benito y Silvia, mejoraron bastante esta idea y como resultado tenemos una nevera de coche reconvertida en incubadora.
Para explicar un poquito en que consiste la experiencia he de contaros que:
- Hemos hecho unas marcas (un sol y una luna) en lados opuestos del cascaron, porque a lo largo del día, los niños han de darles la vuelta para que los huevo cojan calor por todos los lados. Les damos cuatro veces la vuelta al día....y para eso tenemos que tener las manos muy limpitas
- También aprendimos que es muy importante controlar la temperatura y la humedad...y que la vuelta hay que darsela muy despacio para que no se desprenda el pollito y continue creciendo.
